VELOCIDAD DE LAS TRANSFORMACIONES RADIACTIVAS (PERIODO DE DESINTEGRACIÓN). IMPORTANCIA DE SU PELIGROSIDAD.

La radiactividad es el proceso de transformación espontánea de núcleos atómicos mediante la emisión de radiaciones.
En 1900, Rutherford apuntó que el ritmo de emisión radiactiva de una sustancia disminuye exponencialmente con el tiempo. Los fenómenos radiactivos son aleatorios (dentro de un gran número de núcleos no podemos señalar cuál será el siguiente en desintegrarse y cuándo lo hará) y requieren un estudio estadístico de los mismos, basando las deducciones en el cálculo de la probabilidad de que un núcleo concreto se desintegre en un instante concreto. Es decir, es imposible predecir el momento en el que se desintegrará un átomo aislado, pero sí puede conocerse qué proporción de un gran número de átomos (población) sufrirá el proceso durante un tiempo determinado.
El núcleo de un átomo se transforma una única vez, y después desaparece, por lo que todo aquello que tenga radiactividad la perderá con el paso del tiempo. Esto ocurre porque conforme se agotan los átomos, se reduce el número de átomos susceptibles a explotar, desintegrándose por completo la radiactividad con el tiempo.Como consecuencia de esta transformación, el número de radiactivos va disminuyendo en el tiempo. El periodo de semidesintegración es el tiempo necesario para que el número de átomos se reduzca a la mitad del inicial.
Fuente: elaboración propia
La semivida de un material radiactivo es el tiempo que se requiere para que su radiactividad se desintegre hasta la mitad de su nivel inicial.
Por ejemplo, el uranio 238, cuya semivida es cuatro mil quinientos millones de años, supuestamente se originó en la explosión de la supernova hace precisamente cuatro mil quinientos millones de años, dando lugar así a la formación de la Tierra. Puesto que se creó hace una semivida, de todo este uranio inicial solo queda la mitad. Otro ejemplo, el tritio (forma radiactiva del hidrógeno), cuya semivida es de doce años, es utilizado para que un reloj de pulsera brille en la oscuridad. Esto significa que, pasados doce años, un reloj de pulsera brillará la mitad que ahora, y tras veinticuatro años el brillo inicial se dividirá por cuatro, y es por ello por lo que será el momento de comprarse otro.
Para hacernos una idea, las semividas de algunas sustancias son:
Centrémonos en el yodo como ejemplo para explicar el fenómeno de la desintegración. El yodo 131 es un elemento peligroso causante de los cánceres provocados por el accidente nuclear de Chernóbil cuya semivida se corresponde con ocho días, por lo que a los ocho días desaparece la mitad de la radiación inicial. Una interpretación errónea del concepto de semivida sería pensar que pasadas dos semividas habría desaparecido la radiactividad, pero no ocurre así. La radiactividad es un fenómeno probabilístico en la que los núcleos todavía no desintegrados permanecen igual que al principio.
Tras la primera semivida del yodo 131, el cincuenta por ciento de los núcleos todavía permanecerán intactos. Pasada la segunda semivida, el veinticinco por ciento de los átomos iniciales seguirán igual que al principio. Después de la tercera semivida la cifra de átomos se verá reducida a un 12,5 por ciento. Si tan solo queda el 12,5 por ciento de átomos radiactivos, la radiactividad también habrá sido reducida al 12,5 por ciento de su nivel original. Posteriormente se reducirá a un 6,25 por ciento, y así sucesivamente. 
Al cabo de diez semividas (80 días) la cantidad se habrá reducido a una milésima parte y tras otras diez semividas, la radiactividad se habrá reducido otra milésima parte; reduciéndose en estas veinte semividas un total de un millón. Por lo que puede concluirse que la radiactividad se reduce por un factor de mil por cada diez semividas.
Lo primordial es que el peligro radiactivo, aun reduciéndose a la mitad al cabo de una semivida, permanece durante muchas semividas y no desaparece hasta que no haya explotado el último átomo. No obstante, tras reducirse a una mil millonésima parte (30 semividas), la radiación es indetectable e inocua.
Un ejemplo de isótopo radiactivo es el yodo 131, que se puede concentrar en la glándula tiroidea provocando cáncer de tiroides como consecuencia de su radiación. Para protegerse respecto al yodo radiactivo existen ciertas píldoras de yodo no radiactivo que saturan la glándula tiroidea y, una vez saturadas sus reservas de yodo inocuo, ya no absorbe más yodo.
Erróneamente se cree que estas píldoras también protegen contra los residuos de un reactor nuclear, pero esto no es así porque la radiactividad no procede del yodo, sino de átomos con semividas más largas. Entonces, ¿entrañan más riesgos las semividas largas o cortas? 

LA PELIGROSIDAD RELATIVA DE LAS SEMIVIDAS CORTAS Y LAS SEMIVIDAS LARGAS
Cuando se produce un accidente nuclear, los materiales más peligrosos no suelen ser los de semividas cortas ni largas, sino los de semividas intermedias. Esto se debe a que los átomos de semividas cortas se desintegran enseguida y desaparecen, mientras que los de semividas largas tardan tanto en desintegrarse que no  experimentan muchas desintegraciones por segundo. ¿Por qué los de semividas intermedias pueden considerarse más peligrosos? Porque su semivida es lo bastante reducida como para emitir casi toda su radiación en un periodo de tiempo inferior a una vida humana, pero lo bastante larga como para simplemente esperar a que desaparezca del todo.
Sin embargo, a efectos de almacenamiento de residuos nucleares procedentes de reactores nucleares, las semividas prolongadas representan un grave problema por lo mucho que tardan en desintegrarse.